domingo, 24 de febrero de 2013

Love me in New Zealand.

Sueño real.


Allí estaban,
en la puerta del aeropuerto, mirándose sin hablar.

Estaban locos, por irse, locos el uno por el otro.
Se escapaban juntos, cumpliendo viejas promesas.

Él se sentó junto a la ventanilla, ella a su lado.

No estaban nerviosos, les encantaba viajar.

Aquella chica estaba jodidamente emocionada al despegar.
Él miraba por última vez lo que fue su hogar durante toda su vida. Por dentro se decía a si mismo:
"No huyo de aquí, solo voy a por mis sueños"

El avión se perdía entre las nubes, ellos entre sonrisas y canciones
"Baby I love you, I never want to let you go. The more I think about, the more I want to let you know...The everything you do, is super fucking cute and I ca't stand it"

Hicieron escala, no sabían donde estaban, no importaba, ellos se divertía escondiendose por el aeropuerto, jugando como adultos.

Pasaban el rato hasta coger el avión.
Ella se acercó a una pantalla, lo podía leer, por primera vez:
"Destino Auckland"

Lo veía tan cerca.
De fondo, él, discutía en inglés por unas patatas,
"No hemos comenzado y ya está en problemas" pensó ella con una sonrisa.

Juntos, delante de la puerta de embarque, ahora sí, más nerviosos que nunca.
El último vuelo.

Los demás viajeros dormían, aquellos jóvenes se decían todo lo que harían en aquel lugar.

Ella se había quedado dormida, él, en cambio la cuidaría hasta el final.

Amanecía lentamente, ver aquello era único, que aquella chica durmiera abrazada a él, era mejor.

Por un momento aquel chico caótico, deseo que aquello fuese eterno, mientras escuchaba "Fly away from here" de Aerosmith.

-Eh, pequeña, despierta y bienvenida a nuestro sueño.

Despertó y salto sobre el chico, para mirar por la ventanilla, ya admiraba ese lugar desde las alturas.

Bajaron de su último avión
Se dirigían a la puerta de salida.

Habían llegado...



Día tres, ella abrió los ojos y le vio a él en la cama de al lado. Su pequeño, su hermano, su caparazón.
Se levantó de un salto y se tiró encima suya, golpeándole con la almohada, muerta de la risa. 
Él se despertó entre  risas y gritos de alegría.
Miró a su alrededor: dos tablas de surf apoyadas en la pared, un gato durmiendo justo al lado. Por la ventana se veía ese pequeño muelle con el que habían soñado durante tantos años.
Y sobretodo, ella. El destino los separó una vez y ellos supieron encontrarse de nuevo. Ni las personas ni la distancia pudo con ellos, siempre unidos por esa promesa de largarse juntos.
Ahí estaban ellos, unidos como hermanos, él su guardián, ella su pequeño tesoro a proteger. 
Ella le abrazó. Podría estar así eternamente, envuelta en su brazos en aquella casa en Nueva Zelanda.
Aquel muelle...

@camsalvarez
@Wolfmatha

martes, 12 de febrero de 2013

¿Respuestas?

I will follow you into the dark.


¡Hey!

Aquí pensando en variedad de cosas.
Y cada vez tengo menos gana de las cosas, de la gente.

Cansado de escribir, de algo que ni llego a entender.

De responder a personas que, de una forma u otra, dicen la verdad.

Con una vida algo bizarra, sin mucho control, sin respeto alguno a muchas personas.

He sido, soy y probablemente sea muy cabrón.
Es algo que siempre me preguntaré el motivo.
Mala herencia...

Bueno...

Harto de que si soy amigo de alguien me quieran joder, de si me interesa alguien me quieran joder.

Me importan más esas personas que yo mismo.
No soy esa persona tan cabrona que se piensa.

Podría joderme a mí mismo por el bien de alguna de esas personas que me importa.
Así que los insultos, me los mandáis a mí.

Pero así me muestro, así me ven, sin que me importe lo que haga una mierda.

¿Soy frío? 
Túmbate conmigo a escuchar mi música
Son momentos ajenos a mi vida que se conoce.

Tan sereno, tan inerte, tranquilo, calmado, relajado.
Tan sencillo.

¿Sin sentimientos?
Solo despiertan en la madrugada.

Son las horas en las que escribo y estoy jodidamente tranquilo.

Y con tremendísimas ganas de escribir absolutamente todo lo que pienso.

Pero las ganas se han desvanecido.

¿Sin ideas?
Podría inventar una historia en poco, pero quiero escribir algo real de mí.

No tengo ganas de darme a conocer un poco más.

No sé si suena a un Adiós,
yo nunca digo eso.

No me gusta despedirme con esa dichosa palabra.

Aun así, me pregunto si algún día la diré y por qué...

¿Hasta luego?
¿Adiós?

Que más da si no importa.


Me enseñaron a ser un arquitecto de sonrisas.

Óscar Antonio Fernández Arias.